Érase una vez una empresa, que cansada de pelear con la competencia, decidió ganarse el corazón de los clientes.

 

Hay establecimientos que hacen muchas cosas raras. Te lo juro. Yo los he visto.
 
Se ponen a preguntarle a sus clientes qué quieren comprar en él. ¡Pero dónde vamos a parar…! ¡Los clientes decidiendo qué vendo yo en mi comercio…!
 
Hay incluso quienes se ponen a hacer cosas incoherentes, como sorprender a sus clientes con detalles inesperados, solo porque sí. Es de locos.
 
He visto incluso alguno que le pregunta a la gente que entra qué les gusta del establecimiento y qué no. Y a los que pasan por la calle les preguntan qué les transmite el comercio y su opinión sobre lo que venden ahí y como tratan a quien entra… No lo entiendo. ¿Para qué quieren saber eso?
 
Los he llegado a ver luego haciéndoles caso a los clientes y si habían dicho que no les gustaba tal cosa, ponerse a pensar cómo cambiarla. ¡Qué pérdida de tiempo…! Claro que hacer esto apenas costaba un euro, pero vaya trabajo inútil. ¿no?
 
Estaban decididos a eliminar los motivos por los que había clientes que no se decidían a comprarles. Y a esos mismos clientes empezaron a contarles por qué había otros que estaban encantados con ellos.
Estaban tan chalados que comparaban la atención al cliente que daban, con la que ofrecían sus principales competidores. El gerente estaba empeñado en mejorar mucho en todos aquellos aspectos en que hubiera algún competidor que lo hiciera mejor que ellos. 
 
Pero es que estaba tan loco, que incluso si en alguna cosa eran ellos quienes lo hacían mejor, no paraba hasta hacerlo tan sumamente bien que a las demás empresas les fuera muy difícil igualarles. Lo dicho… una puñetera locura… Una pérdida de tiempo. 
 
Una vez un gerente de uno de esos establecimientos me dijo: “Aquí no hacemos lo correcto. Eso es lo que espera todo el mundo. Aquí hacemos siempre algo que sorprenda porque así te aseguras que te van a recordar”.
 
No había quien les entendiera.
 
Llegaron a hacer incluso una encuesta para ver qué causa social les importaba más a sus clientes y empezaron a hacer eventos solidarios y a donar una parte de sus beneficios a ella. Abrieron un canal de Youtube y se promocionaban como expertos enseñando a utilizar los productos que vendían. Abrieron también una línea de consulta por WhatsApp…
En fin… que se les fue la pinza.
 
Luego lo que pasa, es que encima ese tipo de empresas tienen suerte y les va bien.
No hay quien lo entienda.

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