Érase una vez una empresa, que cansada de pelear con la competencia, decidió ganarse el corazón de los clientes.
Hay establecimientos que hacen muchas cosas raras. Te lo juro. Yo los he visto. Se ponen a preguntarle a sus clientes qué quieren comprar en él. ¡Pero dónde vamos a parar…! ¡Los clientes decidiendo qué vendo yo en mi comercio…! Hay incluso quienes se ponen a hacer cosas incoherentes, como sorprender a sus clientes con detalles inesperados, solo porque sí. Es de locos. He visto incluso alguno que le pregunta a la gente que entra qué les gusta del establecimiento y qué no. Y a los que pasan por la calle les preguntan qué les transmite el comercio y su opinión sobre lo que venden ahí y como tratan a quien entra… No lo entiendo. ¿Para qué quieren saber eso? Los he llegado a ver luego haciéndoles caso a los clientes y si habían dicho que no les gustaba tal cosa, ponerse a pensar cómo cambiarla. ¡Qué pérdida de tiempo…! Claro que hacer esto apenas costaba un euro, pero vaya trabajo inútil. ¿no? Estaban decididos a eliminar los motivos por los que habí...