"Hasta las narices de los gurús"
“Estoy de los gurús hasta las narices…” Alfonso era un carnicero de los de toda la vida de unos cuarenta y cinco años, corpulento, algo rudo y desaliñado. A pesar de lo que se podría deducir por su aspecto, había leído un buen número de libros de ventas y estrategia empresarial, preocupado por la deriva que habían tonado las ventas en su pequeño negocio. Al oír su afirmación, aunque intuía por donde iba, le pedí que me explicara por qué lo decía. Evidentemente cuando a un español mosqueado le pinchas un poco, es capaz de cantar por soleares a tres voces y despacharse a gusto. Lo entendí perfectamente. Venía de una charla sobre optimización de recursos y solo le habían hablado de soluciones que habían adoptado algunas grandes empresas. Esa sensación la había vivido yo en mis propias carnes en otra etapa de mi vida. - “Mira Luis, hace un mes me apunté a una clase de esas por internet y va el hombre, que es una eminencia y d...