La excelencia en el trato al cliente implica tratar excelentemente también a quienes no son clientes.
El gerente del establecimiento me había dicho la primera vez que nos vimos en su despacho, que en la tienda se atendía excelentemente a los clientes. Me llamó para que hiciera una investigación sobre varios aspectos que pudieran mejorarse, pero también para comprobar lo que él decía saber “a ciencia cierta”: que la atención al cliente era impecable. Me dijo además que había decidido contar conmigo para ese trabajo porque sabía que mi criterio era muy exigente, y me pidió que detectara cualquier aspecto que se pudiera mejorar para alcanzar la excelencia. A los pocos días le entregué mi informe y lo repasamos juntos. Abrió mucho los ojos cuando leyó el apartado en el que analizaba la atención que prestaban los dependientes a los clientes. - Vamos a ver… Aquí dices que hay ciertas cosas que mejorar, y que no podemos decir que estamos en un nivel de excelencia. - Pues, así es. - Me consta que las personas que atienden son amables y ...